“Te advierto, quien quiera que fueres, ¡Oh; tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera! Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses!” Inscripción en el frontispicio del Templo de Apolo en el Monte Parnaso, Grecia; 2500 a.C.
Esta expresión, o aforismo, nos impulsa a conocer y encontrar aquella parte “indivisa” e “insumable” que subyace en todos y cada uno de nosotros, la chispa divina que guardamos en nuestro interior, inmortal e incorruptible, recubierta de elementos fisiológicos y psicológicos de nuestra Existencia efímera y mortal. No es una cuestión de herencia, ya sea esta biológica/genética, ni tampoco a través de la socialización y la cultura, sino de aquello que decidimos hacer con dicha herencia…
“Conócete a ti mismo” es la base esencial para la búsqueda de las razones, emociones y leyes que rigen nuestra propia Vida, para encontranos con el misterio del espiritu y alma humana, e intuir por qué estamos aquí, de dónde venimos, hacia dónde vamos. Así que, ¿“quo vadis”?
